jueves, 30 de noviembre de 2006

Judith

En Birkenau sólo se ve lo que se sabe y aquél que no sabe nada o no quiere saber nada, no verá nada.

posted by hohev at 10:09 PM
auschwitz

llegó a Chile hace casi medio siglo, dejando en su tierra una historia de horror, de crímenes y dolor. Aunque aquí crió a sus tres hijos, nunca ha podido olvidar la suerte que corrió su familia en el Holocausto judío. Por eso, ella decidió torcerle la mano a la historia y realizar un encuentro que tiene pendiente hace un tiempo: volver al pasado.

Durante más de un año Judith preparó, con ayuda de sus hijos, un viaje en el que pudiese superar todo lo ocurrido hace más e medio siglo. Decidió recorrer los miles de kilómetros que la separan de Polonia y regresar en el tiempo a los años de la Segunda Guerra Mundial.

Quiso volver a Auschwitz, el campo de concentración nazi del que se salvó por milagro.

El viaje comenzó en lo que en esos años era Checoslovaquia. Allí nació hace 74 años, en un lugar en el que la vida aún era tranquila.

Como la hija menor de una familia de cuatro hermanas y un hermano, los recuerdos que aún guarda de su infancia están colmados de felicidad. Vivía en una gran casa, poseía una viña, plantaciones de frutales y un negocio en el centro de su ciudad natal, BeregovoCorría 1938 cuando la ciudad fue ocupada por el Ejército húngaro. La paz que rodeaba a los Klein comenzó a esfumarse. Mientras en las esquinas algunos aplaudían la llegada de las milicias, su familia comenzó a vivir en carne propia la persecución antisemita.


Judith Klein nació en Checoslovaquia en el seno de una familia judía. Después de la invasión nazi fue trasladada a Auschwitz, el campo de exterminio conocido por el bajísimo número de sobrevivientes. Sus palabras, que también puso en un libro, son testimonio de una parte de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

¿Siempre quiso volver a Auschwitz?

No, no he vuelto a Auschwitz en 56 años, pero siempre quería ir. Allá está toda mi familia, mis hermanas, mi mami, mi papi. Por eso quiero ir allá y sabe que estoy feliz de poder ir. Necesito ir allá, necesito rezar allá, así como todos van al cementerio cuando alguien se muere y se está más tranquilo al hacer esto. Quiero hablar con mi mami, quiero hablar mis penas, mi felicidad y mi dolor. Quiero ir allá para que vean a mi familia.

¿Tiene miedo de volver a pisar Auschwitz?

No sé como voy a estar, me siento cada día más débil, pero creo que cuando vaya a llegar allá, voy a estar más tranquilizada, vamos a ver qué va a pasar.

¿Cómo estuvo su visita a Auschwitz? ¿Cómo se sintió?

Cuando vi que estaba escrito Auschwitz y vi muchos árboles, recordé como muchas veces, cuando no tenían lugar en el crematorio, se llevaban afuera en el bosque a la gente. Con unas palas hacían un hoyo grande, después les decían que se desvistieran, se quedaban piluchos todos y por atrás les disparaban las balas. Se caían adentro y dejaban a dos para tirar la tierra. Muchas veces la tierra se movía, porque estaban un poco vivos, quizás podían salir afuera pero no podían porque la tierra no los dejaba.

Cuando yo veía esos bosques, me dije Dios mío, estoy alegre que estoy aquí con mis tres hijos, con mi familia, porque muchos chicos guagüitas que mataron, muchas mujeres que estaban esperando, las metieron dentro de ese hoyo.

Empecé a llorar y lloré todo el camino hasta que llegamos allá, a Auschwitz. Cuando llegamos le dije a mi hija, "ayúdemos a sacar de la tierra a los niños que están llorando. Abajo de la tierra están llorando los niños, ayuda y sacamos a los niños". Entonces mi hija me llevó, lejos, lejos y me dijo: No mami, esos son pajaritos que cantan, no lloran los niños mami, los niños están descansando.

Cuando fue liberado Auschwitz usted ya no estaba allí, ¿la llevaron a otra parte?

Nosotros teníamos una gran suerte. Un día vino una señora, que todo el mundo le tenía miedo y dijo: "Niñas, yo voy a salvarlas, ustedes van venir aquí, las van a marcar y al tiro se las van a llevar a otra parte. Con eso voy a salvar al menos al 30 por ciento. El 70 por ciento va a morir, pero el resto se va a salvar". Nosotros no le creímos, pensábamos que nos decía eso para que fuéramos para allá. Después nos pescan y nos llevan al gas, así es que no, no queremos ir.

Nos pusimos lejos, lejos, para ver qué iba a pasar. Vimos como un poco de niñas iban a ese lugar donde dijo la señora que nos marcarían. De repente vimos que viene la señora con dos niñas marcadas. Entonces fuimos allá al tiro, porque vimos que verdaderamente dijo la verdad, que iba a hacer la marca. Nos marcaron y ahí en una hora nos mandaron para una fábrica, donde trabajamos en fabricar fierros para que no se resbalaran los tanques en la nieve. Eso hacíamos nosotros, pero lo hicimos sólo por dos semanas. Después nos echaron fuera, porque dijeron que no teníamos fuerza. Nos mandaron para a pista de aterrizaje.

También nos echaron de allá, porque dijeron que no teníamos fuerza y era verdad. Nos mandaron a una mina de piedra para cortar. Allá estábamos terrible, porque cada día morían quince, veinte niñas, no tenían fuerza. Yo tampoco la tenía, yo no sé, no sé como me quedé.

¿Después de ese trabajo fue liberada?

Si, una noche, nos dejaron en pleno invierno. Más o menos se murieron quinientas niñas por el frío. Cuando se nos dijo que entráramos, ellas quedaron quietas. Se murieron mis hermanas también, se murieron, yo quedé muy enferma.

Cerraron la puerta con fierros y nosotros habíamos visto una semana antes que habían traído mucha bencina, botellas. Después sentimos el olor de bencina. Así como sentimos el olor de bencina de repente sentimos que había una pelea. Eran los franceses, que eran prisioneros políticos, que se empezaron a pelear con los alemanes, porque veían que querían quemar la barraca con nosotros. Ganaron los franceses y los alemanes se fueron.

De repente se abrió la puerta y nos dijeron: ¡Ustedes están libres! ¿Libre? ¿Qué significa libre? Entonces dijieron: Niñas ustedes están libres, los alemanes se fueron. Yo pensé que estaban locos, porque nunca íbamos a estar libres. De repente escucho una voz que dice "Shalom", subo la cabeza y veo a cuatro soldados que nos miraban y empezaron a llorar. Están muertas todas esas niñas, dicen y el que estaba comandando era judío, por eso nos dijo "shalom", que significa paz.

Después me desmayé, no sé que más pasó. Un día me desperté, no me podía mover, no tenía movimiento, solamente tenía lágrimas. Me dieron lo más finito en comida. El 70 por ciento murió, porque no tenían resistencia, Dios dejó el 30 por ciento, no sé como. Después nos llevaron a Praga a un sanatorio.

Después de un tiempo, fuimos a mi casa a donde nací. Mi casa estaba fría, no había nadie, estaba todo desarmado, terriblemente sucio. Lloré y me despedí de la casa en nombre de mi mami, a nombre de mi familia y me fui.

Me encontré un hombre tres semanas después, me casé, porque qué iba a hacer sola y así empezó mi nueva vida.

Estábamos en una situación muy difícil allá, por que llegó una guerra muy grande. Los rusos mataron, los húngaros mataron, así es que nosotros nos fuimos, sin permiso, a Austria. Fue muy difícil irnos para allá, tanta gente que mataron en el camino al irse también para allá, pero dijimos: O nos matan aquí, o en el camino o llegamos allá. Y llegamos allá, pero no nos queríamos quedar en Austria, queríamos quedarnos en otro país, en otra parte.

Un día nos encontramos con un matrimonio, ellos escucharon que hablábamos húngaro y preguntaron: ¿De dónde son ustedes? Nosotros dijimos de Budapest, y ¿ustedes de dónde? De Chile dicen. ¿Cómo son en Chile? "Maravillosos", dijeron, Chile es un país lo más maravilloso que hay. ¿Por qué no vienen ustedes a vivir a Chile? Yo estaba esperando guagua y le digo a mi marido, vamos a donde la embajada chilena.

Fuimos a la embajada chilena, nos recibieron con tanto cariño y un mes más tarde éramos chilenos. Llegamos a Chile, estábamos tan felices, porque sufrimos tanto. En Hungría teníamos un comunismo muy fuerte, doce años vivimos allá, pero en Chile gracias a Dios, al tiro empezamos a trabajar.

posted by hohev at 9:29 PM

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