El Semanal: ¿Cómo me dirijo a usted, como psicochamán?
Alejandro Jodorowsky: Más bien como psicomago. Me gustaría más. El psicochamanismo consiste en operaciones corporales directas. La psicomagia es el concepto metafórico.
E.S.: Vendría a ser un curandero de almas.
A.J.: Eso, eso, eso, un médico espiritual.
E.S.: Así se define.
A.J.: No me defino.
E.S.: Su psicomagia tiene algo del Movimiento Pánico que usted fundó como variante gamberra del surrealismo, ¿no?
A.J.: Pero lo mío tiene un sentido real. He releído el Diccionario del surrealismo y no me aporta nada porque es un juego intelectual. La psicomagia es el acto terapéutico. El "acto pánico" también era un acto teatral. Yo he pasado ya la frontera del arte y ahora hago terapia artística.
E.S.: ¿Ha sentido alguna vez pánico escénico?
A.J.: Nunca, porque empecé a los 17 años a hacer teatro. En EE.UU. he hecho entrevistas frente a diez millones de espectadores. En un show de televisión. No me voy a asustar ahora. Además, yo improviso continuamente, como un torero que nunca sabe qué clase de toro le va a tocar. Hay conferencias que fallan y otras resultan magníficas. Se trata de una especie de juego mortal.
E.S.: Baile, cine, teatro, poesía, cómic, novela... El artista polivalente ¿nace o se hace?
A.J.: Primero nace y después se hace. Como el alma. Gurdieff, que era un místico de principios del siglo pasado, decía que el ser humano no nace con alma, sino con la semilla del alma y, después, a lo largo de la vida, tiene que desarrollarla. Si no, muere como un perro, decía.
E.S.: Políticamente ¿cómo se sitúa?
A.J.: Estoy en el extremo centro. Me gusta eso que se llama el camino del medio. Por ejemplo, en ciertas iniciaciones masónicas el postulante camina entre cuadrados blancos y negros justo en medio de ellos. Ni en el blanco ni en el negro. O sea, ni a un extremo ni a otro. Me fui de Chile en el 53, antes de Allende, y volví, 40 años después, tras Pinochet. Había tenido allí una compañía de teatro de 60 personas. Tenía amigos allendistas y pinochetistas. Todos me pedían que hiciera declaraciones. Por eso soy de extremo centro. Para no perder amigos.
E.S.: ¿Para qué sirve el arte?
A.J.: Para curar. Tiene que servir para eso porque si no, es una mierda neurótica. Y estoy cansado de los neuróticos que me describen su ombligo con todo lujo de detalles.
E.S.: ¿Cree usted que la literatura puede sanar?
A.J.: Sí, sin lugar a dudas.
E.S.: Póngame un ejemplo de literatura que sane.
A.J.: «Padre nuestro que estás en los cielos.»
E.S.: ¿El cafe Mystique de París sería algo así como su hospital central?
A.J.: [Ríe] Me gusta. Yo decidí que el mundo no se puede cambiar, pero sí que se puede empezar a cambiar. Por eso fui y me senté en un café popular, en un sitio oscuro, donde va la gente a beber y a jugar al futbolín, y empecé a leer el tarot gratis. Todos los miércoles, a unas 30 personas al día. Vienen de todos los lados y pertenecen a todas las clases sociales. Ahí es donde desarrollo la psicomagia dando consejos.
E.S.: ¿Y a cuánta gente ha podido ayudar hasta el momento?
A.J.: Bueno, multiplica 30 pacientes a la semana por 30 años. No lo he calculado. Suma también a la gente que me aborda por la calle. El otro día, paseando por Barcelona, un joven se me acercó en una esquina y me dijo: «Jodorowsky, soy eyaculador precoz, ¿podrías darme un consejo?». Y se lo di.
E.S.: Sólo por curiosidad. ¿Me puede decir cuál fue?
A.J.: Le pregunté: «¿Cuánto te demoras?». Y él me respondió: «15 segundos». Entonces dije: «Pues cómprate un cronómetro y esta noche te propones eyacular en siete segundos, bate tu récord». Una vez se lo dije a alguien, porque ya lo probé, y al día siguiente me dijo: «Fracasé, durante media hora "traté" y no pude» [ríe].
E.S.: ¿Qué queda del Movimiento Pánico?
A.J.: Bueno, éramos tres: Topor, Arrabal y yo. Se murió Topor y ahora es sólo Arrabal, porque yo me expulsé a mí mismo. Ya me cansé del pánico.
E.S.: ¿Sigue viendo a Arrabal?
A.J.: Claro que sí. La otra noche se presentó en mi casa con un viejo premio Goncourt, un poeta español y una de esas admiradoras que él tiene con cara de lechuza y cuerpo de prostituta. El poeta estaba borracho, como es normal. Yo estuve feliz conversando con él hasta las dos de la madrugada. También fui a ver su obra de teatro.
E.S.: ¿Qué es lo más pánico que hicieron los pánicos?
A.J.: Mira, lo más pánico es la creación del mundo. Un "artista pánico" tiene que ser el protagonista de su obra. Verás, durante algún tiempo estuve trabajando para el gran Marcel Marsó, le escribía pantomimas. No me pagó los derechos durante cuatro o cinco años porque no estaba acostumbrado a que le escribiese nadie. Pero como yo había registrado esas pantomimas, la Sociedad de Autores me pagó todos los derechos, y de pronto me vi con un montón de billetes entre las manos. Lo invertí en un happening que duró cuatro horas. Con un montón de actrices desnudándose en el escenario. Tiré al público 150 tortugas vivas, 100 panes, filetes de buey, pájaros... Fue enorme. Lo vieron todos los poetas beatniks norteamericanos y dijeron que habían asistido al mejor happening de la historia.
E.S.: ¿Encontró al fin su aspirina metafísica?
A.J.: Ya no necesito aspirinas metafísicas. Me calmé. Mi maestro zen me dijo: «Como intelectual, aprende a morir». Y de pronto mi intelecto se murió.
E.S.: ¿Que haría con Harry Potter de vacaciones?
A.J.: Le escribiría un libro para que aprenda la verdadera magia. Se hace absolutamente necesario un tratado de magia para niños. Que los pequeños sepan lo que es la geometría, el arte, etcétera.
E.S.: ¿Y con el Dalai Lama?
A.J.: Primero que nada le quitaría el disfraz de tibetano. Esa túnica y esas zapatillas que lleva, con rayitas horizontales para hacer creer que levita. Haría enterrar su traje y plantaría un árbol sobre él. Un manzano.
E.S.: ¿Y con el Papa?
A.J.: Pues le haría bailar tango con el Dalai Lama. Los dos. Tango. Y lo retransmitiría en directo para todas las televisiones del mundo. Y entre el Papa y el Dalai Lama metería a Berlusconi. Las tres gracias. Desnudos los tres. Con una hoja de parra en el culo.
E.S.: Su padre mantenía con usted una relación casi sadomasoquista.
A.J.: Sí, terrible. Fue muy malito.
E.S.: ¿Lo superó?
A.J.: Sí. Te voy a decir algo que nunca he dicho. Mi padre fue un niño. Creo que se quedó parado a los ocho años de edad. Cuando un hombre es tan insistentemente infantil, entra en competencia con su propio hijo. Él entró en competencia conmigo. No fue un padre. Y me perdió como hijo. Mi padre tenía programado morir a los 86 años porque su padre murió a los 86. Quería morir a los 86 años y, a esa edad, estuvo ingresado en un hospital. Yo lo fui a ver y lo desprogramé con un ejercicio de psicomagia. Me dijo: «Quiero vivir hasta el año 2000». Murió en 2000. Tenía 100 años y un mes. Y yo no sentí absolutamente nada. Luego se murió un gato que había vivido conmigo durante 20 años y estuve llorando dos días seguidos. Lloré más a mi gato que a mi padre. No pude. No era nada.
E.S.: ¿Cuándo volverá a hacer cine?
A.J.: Pronto. Voy a rodar un filme con Marilyn Manson, Santiago Segura, Nick Nolte y Daryl Hannah.
E.S.: ¿Pero lo han apalabrado ya con usted?
A.J.: Sí, sí. Hablé ya con todos ellos. Creo que Santiago Segura es un genio popular. Le hice una llamada surrealista. No voy a pagar a ninguno de ellos, pero no les importa. Nolte me llamó a mí. Me dijo que vio Santa Sangre y lloró. Me contó que ya no se puede hacer nada en Hollywood y él me trajo a Daryl Hannah. Marilyn Manson me llamó a las cuatro de la mañana, como yo hice con Breton, y me dijo que había hecho un clip inspirado en La montaña sagrada. Me ha invitado a tres conciertos y creo que su show es genial. Me encanta como personaje. La música la hará Peter Gabriel, que es un fan del tarot y yo le leo las cartas.
E.S.: ¿Adelánteme algo más sobre esa película, por favor?
A.J.: Será un spaguetti western metafísico. Marilyn Manson hará de Papa carnívoro con 200 años.
E.S.: Para terminar, ¿podría darme una fórmula, como psicomago, para ser mejor persona?
A.J.: Mira, disminuye tus ambiciones y no trates de ser mejor persona. Trata de ser tú mismo.
viernes, 1 de diciembre de 2006
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1 comentario:
hermoso reportaje, gracias por tanto humor y desatino controlado, viene bien en este mundo de rutinas.
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